Ya hemos visto como la valoración de las criptomonedas depende de las creencias y expectativas de los distintos individuos que participan en un mercado, y por supuesto, éstas son variables que cambian constantemente a través del tiempo lo que hace que los precios de éstos activos, suban y bajen lo que da lugar a que se genere especulación financiera.
Una actividad que consiste en el adquirir un bien, en nuestro caso una o más criptomonedas con el propósito de retenerlas dándoles un tiempo a que se revaloricen para luego venderlas y sacar una rentabilidad, vale acotar, en la misma moneda en la que hizo la inversión inicial.
El papel del especulador
La especulación ha existido desde que el humano ha empezado a comercializar sus bienes y servicios. En muchos casos era una intermediación necesaria para garantizar un más amplio acceso al bien, como quien almacena en su granero una cantidad de granos tal que pueda luego abastecer a su comunidad durante un tiempo y pueda además lucrarse del servicio de almacenamiento gracias a que en un principio tenía suficiente dinero invertir, a la vez que toma él el riesgo de que el producto se pueda dañar, o incluso sea robado (además en éste caso, del coste de construcción y mantemiento del granero).
Los especuladores cumplen el rol de facilitar transacciones en un mercado, o como también se dice, aportar liquidez. Mientras más personas hayan aportando liquidez a los mercados mediante la compra y venta (sin utilizar el bien), el proceso de descubrimiento de precios se optimiza lo que ofrece condiciones más justas de mercado para que las personas que adquieran el producto para utilizarlo lo hagan en las mejores condiciones posibles.
La continua recolocación del capital en medios productivos permitiría además optimizar el sistema económico que circunda tales mercados, por lo que a su vez toda la sociedad saldría también beneficiada.
La especulación mal aplicada
El buen uso de la especulación se da solo en condiciones de libre mercado, y de información abierta o simétrica, hay que decir que si bien el dinero es una herramienta que ha hecho muchísimo bien a la sociedad, también ha sido causa de sufrimiento e injusticias.
Cuando la avaricia manda en el ser humano, buscamos hacer todo en nuestro alcance para maximizar nuestras ganancias, aunque esto signifique que otra persona haya tenido que perder. El problema de la información asimétrica, que es cuando una de las partes de una transacción tiene una posición privilegiada frente a la otra y permite que el precio fijado sea injusta para la otra.
Existen por ejemplo los mecanismos de “pump y dump” donde personas con un fuerte capital en un bien o criptomoneda incluya estímulos en un mercado que ocasione que muchas personas entren a comprar y el precio suba para que así ellos puedan luego vender mucho a un precio alto para así maximizar sus ganancias sin importar que el precio haya caído tanto que esas personas que han entrado tarde no tengan luego manera de recuperar su capital.
Obviamente, si éstos tardíos compradores hubiesen tenido la información sobre la intención de éstos “oportunistas” (aunque merecen en realidad un calificativo más despectivo), éstos no hubiesen comprado y el precio no se habría inflado.
Dos caras de una misma moneda
Identificamos entonces que la especulación financiera se puede hacer tanto desde una perspectiva optimista y generativa, como de otra netamente egoista y degenerativa. Es una tarea peligrosa, y no solo por la presencia de tiburones (o ballenas) que están deseosos de tomar provecho de especuladores incautos sino que a su vez, puede que el activo se haya genuinamente depreciado, por ejemplo, por causa de que el equipo de desarrollo de una criptomoneda no haya cumplido su hoja de ruta.
En el caso de las criptomonedas, una industria extremadamente jóven, y con un potencial enorme gracias a que representa una evolución tecnológica en la herramienta principal para la coordinación humana, el dinero; la especulación se torna útil y necesaria para otorgarle utilidad al bien en cuestión, es decir la criptomoneda.
Gracias a que una moneda (sea el dólar, el bolívar venezolano, o el bitcoin) es útil si y solo si es, o será usada como medio de intercambio. Como parte del ciclo de vida natural de una criptomoneda, en sus inicios suele ser muy poco reconocida, la especulación de la comunidad en torno a ella se vuelve la principal arma para el fortalecimiento de ésta moneda, gracias a la esperanza de que ésta moneda sea útil en un futuro
Sobre todo más útil que el capital que estoy invirtiendo para adquirirla) es lo único que hace que la comunidad en torno a la moneda vaya creciendo, más personas le reconozcan como medio de intercambio y más actividad económica se de entorno a ella mejorando así la vida de quienes operan con ella.
Para bien o para mal, la especulación está a la orden del día, con los beneficios y riesgos que eso implica, y que por supuesto cada persona que se ve envuelta en éstas actividades debe tener muy presente, ya que no existen mecanismos o instituciones que busquen proteger a los inversores de tales peligros y deben ser éstos quienes busquen protegerse a sí mismos a base de la información que dispongan y su mejor criterio. Éste riesgo es sin duda, una de las mayores barreras de entrada que afrontan millones de consumidores a nivel global antes de decidirse a adquirir una criptomoneda.
La inclusión financiera como arma para la adopción masiva
Empiezan ya a aparecer iniciativas que quieren resolver éste problema, GoodDollar por ejemplo, en su misión de facilitar el acceso a activos digitales las masas a través de la construcción de protocolos criptoeconómicos de naturaleza inclusiva quiere lograr un mundo donde todos tengamos acceso a un ingreso básico aceptable y significativo valor para sus usuarios.
Esto será posible solo gracias a la especulación colectiva de su comunidad, ya que si todos los usuarios de GoodDollar nos comportásemos en base a la creencia de que el valor o la apreciación de su token va a subir, este sin duda subirá y no sólo podremos beneficiarnos quienes hemos estado desde el principio, sino que gracias a su diseño para poder ser distribuido abiertamente a todos en la forma de RBU (Renta básica Universal), también beneficiará a muchos otros.
Si bien G$ es la primera moneda que busca entregar valor minimizando (o incluso eliminando) los riesgos de entrada a su economía, también es verdad que su revalorización dependerá que miembros más activos y aventureros se animen a tomar un mínimo de (nuevos) riesgos para que así la moneda se pueda revalorizar.
Éstos riesgos pueden ir desde la participación en el contrato de stake donde contribuyentes depositan otros activos monetarios estables como el DAI (o el cDAI que va generando intereses a base de beneficios obtenidos del préstamo de éste activo), en la compra y participación en mercados secundarios como Uniswap o Fuseswap (incluso participando como proovedores de liquidez), o simplemente aceptando G$s como medio de pago por los productos y servicios que pueden ofrecer ya sea en el GoodMarket o cualquier otro marketplace donde el usuario participe.
No podemos predecir el futuro, ni anticiparnos a saber que va a pasar ni como van a ser las cosas, podemos solo analizar patrones, comportamientos, contextos socio-culturales del pasado, analizarlos y buscar una mejor aproximación a lo que podría ser un futuro a por venir.
Las variables son siempre muchas e impredecibles, pero si queremos un futuro de riquezas y abundancia, para nosotros mismos, nuestros amigos y familiares, y nuestro entorno general, me permito recordar la frase de Peter Drucker (que tambén por cierto se le atribuye a Abraham Lincoln): “La mejor manera de predecir el futuro es creándolo”
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